Quien se dedica a eventos u organiza con carácter habitual reuniones de empresa, sabe muy bien los quebraderos de cabeza que dan las mesas. Una mesa de reunión en la que los puestos están bien distribuidos, habla de intenciones; marca las diferencias o acerca; indica poder o autoridad; muestra un trato cordial o frío; etc., pero sobre todo nos dice quién tiene la sartén por el mango. Son toda una lección de comunicación verbal y no verbal. ¡Si las mesas hablaran!.
Hace unas semanas os decía que la exposición a la que fuimos los protocoleros en Zaragoza daría mucho juego y no os he engañado, os dejo con otro post que tiene su origen en esa muestra.
Hablamos de mesas y las de estas caricaturas hablan básicamente de poder, del poder como probabilidad de tomar decisiones que afecten la vida de otros pese a que se resistan, ese poder del nos hablaba Weber en el siglo pasado; del poder basado en la fuerza; de la relación entre quien domina y quien tiene soportar la dominación.
En la exposición Fernando II de Aragón pudimos ver este grabado. Considerado una de las primeras caricaturas, el Revers du jeu des Suysses, bajo la metáfora de un juego de cartas (el flux) pone en escena a los reyes más poderosos de finales del XV principios del XVI repartiéndose Europa. Cada rey aparece identificado con una letra. Hay tres jugadores en la mesa: el dux de Venecia (en el centro), a su derecha un suizo y a su izquierda el rey de Francia. Quien ha repartido las cartas (el emperador) aún tiene la baraja en la mano, por su aspecto parece que controla el juego; el Papa intenta ver algo ayudado de unos anteojos pero por su cara, parece que no se está enterando de nada. Arrodillado, el duque de Milán, se encuentra en la peor posición, fuera del juego, ya que recoge unas cartas a todas luces falsas. Otro que va de “comparsa” es el duque de Lorena, reducido al papel de copero. Fernando de Aragón (letra f sobre la corona) está junto al rey de Inglaterra, conversando, no están jugando pero algún provecho sacarán de lo que allí se cuece. Hay símbolos que nos hablan de los personajes que los portan: las coronas del emperador, del Papa y del rey de Aragón; los leones de Inglaterra, etc.
La segunda caricatura, The Plumb-Pudding in danger, muestra William Pitt, primer ministro inglés, y a Napoleón Bonaparte, trinchando un pudding en forma de mundo recién cocinado, intentando cada uno de ellos llevarse la mejor tajada. Por la forma en la que está sentado el inglés parece más tranquilo, utiliza un tridente, el lugar de un tenedor de dos pinchos, que da cuenta de la supremacía naval inglesa, y está cortando el mundo por la parte de las colonias. Enfrente tiene a Napoleón, un poco más nervioso, medio incorporado en su silla, concentrado en cortar una gran porción de Europa. El resultado de este simulacro de reparto fue una guerra que terminó en Waterloo hace exactamente doscientos años.
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