La ceremonia de la Indaba (reconocimiento y felicitación de los súbditos al monarca) era una tradición zulú que aparece descrita en La Ilustración Española y Americana de 8 de abril de 1883. Recogía el semanario el relato que hizo un oficial inglés presente en la misma junto a otros oficiales y marineros ingleses. La traigo aquí porque tiene cierto parecido con la ceremonia que describe Ganivet en “La conquista del reino de Maya por el último conquistador español Pio Cid”, que aparece en la cita de #todoestáenloslibros de la semana pasada.
Recibir a un rey cautivo
La Indaba se organizó para recibir al rey Cettewayo (Cetshwayo) que volvía a sus dominios tras permanecer cautivo en Inglaterra desde el final de la guerra anglo-zulú. Se celebró en Intonyanem, un lugar próximo a Ulundi la capital que Cettewayo había creado al convertirse en rey y que había sido arrasada durante la batalla de Ulundi (1) en la mencionada guerra.
La ceremonia tuvo lugar al día siguiente de la llegada del rey con presencia de numerosos grupos de población llegados desde distintas partes del reino.
Reconocimiento del rey
Los buenos y leales súbditos de Cettewayo necesitaban reconocer a su rey, que se presentaba ante ellos tras largos años cautivo, para ello “rodearon a Cettewayo, el cual, vestido a la usanza británica y sentado en un ancho sillón de madera (…) recibía con mucha seriedad los homenajes”.
¿Será o no será?
La gente al verle manifestaba “duda y asombro (…) como si no creyesen que el cautivo de Londres hubiera conseguido volver sano y salvo a su país natal”. Había entre los súbditos muestras de alegría, que manifestaban agitando brazos y piernas y gritando “¡Es él! ¡Es él!”. Otros dudaban de que quien aparecía ante ellos fuese su antiguo rey.
Las dudas quedaron disipadas cuando las mujeres “que acudieron en gran número (…) improvisaron una danza en honor del soberano y dieron animación y alegría (…) a la ceremonia de la Indaba«.
Prueba gráfica para los incrédulos
“Terminada la danza, el representante del gobierno inglés (…) presentó (…) la prueba gráfica (…) de que aquel Cettewayo era el mismo Cettewayo que años antes había caído prisionero en poder de los ingleses”. De esta forma los más desconfiados quedaron convencidos.
Una vuelta muy costosa
El representante del gobierno inglés, una vez toda la concurrencia estuvo convencida de que quien era objeto de la Indaba era quien decía ser y ayudado de un intérprete, aprovechó para leer las condiciones acordadas “para la reinstalar al rey en su trono”. La principal de estas condiciones consistía en: “la anexión de gran parte del territorio del África Austral a los dominios ingleses”.
No le salió gratis al Cettewayo la vuelta, podríamos decir que fue muy costosa. Todos sabemos cómo acabó la historia que comenzaba con esta ceremonia de la Indaba, baste con dos palabras: colonialismo y apartheid.
¿Un semanario español de finales del XIX se hacía eco de una ceremonia celebrada en un remoto lugar, a más de 12.000 km. de sus lectores? Así eran estas publicaciones, no solo contaban las cosas que ocurrían en nuestro país, sino también estas otras, de lugares lejanos y exóticos. De esa manera el lector de La Ilustración viajaba a lugares que jamás visitaría y conocía de sus costumbres y tradiciones sin moverse del sillón.
(1) Ulundi era la capital del bantustán de Kwazulu y sede de la corte real. Noreste de la actual Sudáfrica.
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