En 1530 Erasmo de Rotterdam escribía una pequeña obra, De civilitate morum puerilium, cuya edición bilingüe, traducida por García Calvo y publicada por el Ministerio de Educación en 2006 puede encontrarse en la red. Incluye, además, un comentario de Julia Varela sobre el cuerpo y su uso social que es muy, muy interesante. He utilizado esta obra hace tiempo, cuando inicié mi andadura bloguera, hoy la rescato para hablar de la higiene dental.
Para quien piense que cuidar los dientes es algo moderno, ahí le van los consejos que, sobre la misma, ya daba Erasmo en 1530:
Polvillo, sal y alumbre se utilizaban para la limpieza de los dientes, no se recomendaban por ser abrasivos y dañar las encías, aunque blanqueaban el diente. Si vemos la composición de cualquier pasta de dientes (la que les adjunto aparece publicada en www.parafarmacia24.es) encontramos que contiene:
- Agua y humectantes: 75%.
- Abrasivos (sal/arena/rocas): 20%.
- Espuma y agentes de sabor: 2%.
- Amortiguadores del pH: 2%.
- Colorantes y agentes que opacan y aglutinan: 1,5%.
- Fluoruro: 0,10-0,15%.
Y entre los principios activos
- Nitrato potásico, citrato potásico, cloruro de estroncio. Son sales que se incorporan a las pastas para conferirles una acción desensibilizante de zonas del diente. Las incorporan las pastas dentales que indican acción “dientes sensibles”.
- Sílice, óxido de aluminio, carbonato o fosfato cálcico, bicarbonatos. Son sustancias que facilitan el blanqueamiento del diente. Hay que tener especial precaución en zonas sensibles o muy expuestas.
Que cada uno saque sus propias conclusiones.
Lo de la limpieza con orina ya lo usaban los romanos tanto para blanquear la ropa como para los dientes, aunque Erasmo lo adjudique a los iberos – nosotros – hay que atribuírselo a nuestros conquistadores, los romanos. A cada uno su mérito. En todo caso el autor no se pronuncia sobre su bondad o no. Esta práctica parece que se ha puesto de moda, porque en internet pueden encontrar páginas que les aconsejan sobre el uso de dicho fluido en la higiene bucal (yo, les garantizo, no voy a probar su eficacia).
Sobre los restos de comida que quedan pegados en los dientes, está claro que Erasmo recomienda un mondadientes (el clásico palillo de dientes actual). No pensaba yo que tanta gente en la actualidad tomase los consejos de esta obra al pié de la letra, porque no una, sino varias veces -a lo largo de este verano- he observado la utilización del palillo (que me da bastante grima por cierto) y no para tomar unas aceitunas en la barra del bar, si no para la higiene dental.
Una lectura ligera sobre Urbanidad para iniciar la vuelta de vacaciones. ¡Buena reincorporación a todos!. ¡Hasta la semana que viene!
Imagen fondo: Frans Halls «The Laughin Boy»
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