Las Palabras, palabras (XXIII) del domingo –agasajo, obsequio y consideración– me han llevado a buscar otro libro en el anaquel, Las niñas modelo, de la Condesa de Segur (1865), aristócrata francesa hija de rusos que vivió en la Francia del XIX.
El que tengo es una edición de 1925. La condesa de Segur escribió libros dirigidos a los niños con niños como protagonistas, este, en concreto, lo escribió la autora para sus propias hijas. Es una historia de corte moralista sobre los desafíos a los que se enfrentan los niños durante esa etapa de su vida y un retrato de la clase alta en el último tercio del siglo XIX.
No siempre las normas de urbanidad están en libros cuyo título es Reglas/Normas de Urbanidad, los cuentos tradicionales incluyen muchas de esas reglas y las aprendemos a través del ejemplo, por eso he elegido la historia de Camila, Magdalena y Margarita, las pequeñas protagonistas de Las niñas modelo.
El capítulo XXIII del libro, «Visita a Hurel«, es un buen ejemplo tanto de lo recogido en el párrafo anterior como de las palabras: agasajo, obsequio y consideración. En un capítulo anterior las niñas se habían perdido en el bosque y fueron rescatadas por el carnicero del pueblo, el señor Hurel. Días más tarde, tal y como relata este capítulo XXIII, acompañadas por su madre, se dirigieron al pueblo a agradecer al carnicero el rescate. El carnicero, que «no podía creer que tan magnífica visita» (las niñas son de una familia de clase elevada) fuese a su casa, en cuanto llegaron al umbral y se saludaron, lo primero que le dijo a su esposa fue: «¡sillas y trae sidra de la buena!», con estas palabras iniciales ya está agasajando a sus invitadas, no solo les ofrece asiento sino también lo mejor que tiene en casa.
En prueba de consideración y agradecimiento las invitadas le entregan unos obsequios: a él un reloj de oro (saben que el único reloj de la casa no funciona) y a su esposa e hija un broche y unos pendientes.
Los cuentos siempre tienen moraleja, en este caso viene a mi mente el aforismo: «Es de bien nacidos ser agradecidos«, y además -si lo leemos con ojos de protocolo– encontramos detalles de urbanidad y buenas maneras.
¡Leedles cuentos a los niños!
Continuará
Cuadros: François-Hubert Drouais