En el libro “Urbanidad y Educación del Comerciante Moderno” de Martínez Baselga (1909) se recogen una serie de indicaciones dirigidas a los dependientes de comercio, a quienes se les pedía estar muy pendientes no solo del cliente y agradar a su jefe, sino también de su imagen y buenos modales. Aspecto y comportamiento eran básicos para el éxito del negocio.
Consejos que en estos tiempos nos arrancarán una sonrisa, aunque seguro que le veremos aplicación práctica a alguno de ellas ¿no les parece?
Me he permitido la licencia de ponerle títulos y hacer algún que otro comentario a la cita literal.
Dos verdades palmarias
“En igualdad de circunstancias, el que más vende es el mejor educado. Hay que ganarse la simpatía del comprador y esto se consigue siendo fino y tratando con exquisita corrección a la clientela” Verdad verdadera, si entras en una tienda y te tratan con corrección, vuelves; si quien te atiende es un borde, te lo piensas la siguiente vez. Esos dependientes que parecen perdonarte la vida y te tratan con poca consideración, deberían leer este manualito.
“El comerciante debe presentarse vestido con irreprochable pulcritud. El desaliño en el vestir y las manchas, infunden repulsión y desprecio. De un hombre que no es cuidadoso de su persona se deduce, que tampoco será cuidadoso de su comercio. Presentarse flojo, mal peinado o desabrochado, implica falta de consideración al cliente”.
Bien está lo que bien parece
“En las droguerías, tiendas de comestibles y otras por el estilo, donde se manejan sustancias que pueden manchar fácilmente, los dependientes usan blusas, que se lavarán con frecuencia”.
“En los establecimientos de comestibles, las blusas deben ser de tonos claros y la gran habilidad consiste en no mancharlas”.
“Se forma muy mala opinión de un establecimiento de comestibles donde se ve a los dependientes con blusas mugrientas, la cara sucia y los cabellos descuidados”.
Cuidar del aspecto es importante y la higiene en la manipulación de alimentos que hoy damos por hecha, ya preocupaba hace más de un siglo.
“El dependiente, tanto en presencia como en ausencia del cliente, no tocará ningún comestible con sus manos, para esto están los cuchillos, pinzas, paletas y demás instrumentos que debe manejar con desenvoltura y elegancia (…) Si se le cae algún comestible al suelo, se guardará muy bien de cogerlo y ponérselo al comprador”.
Corrección en el vestir y en el ademán
“Es de muy mal efecto ver a los aprendices de comercio mal vestidos y peor calzados (…) Lo primero que hace todo jefe cuando recibe a un aprendiz es mandarle hacer blusas, calzarlo bien y enseñarle a ser aseado”.
“Los dependientes nunca deben estar en la puerta del establecimiento. Esto, además de ser indicio de que allí no se vende nada, ahuyenta a la clientela”. Eso decía mi madre: “si están en la puerta, es que no pasa nadie”
“Se guardarán muy bien de dirigir piropos ni decir estupideces a las mujeres. No hay que confundir esto con la fina galantería en casos oportunos”. Decir “qué te pongo, cariño” “qué quieres, guapa” y cosas por el estilo, no es galantería.
Hablar poco y ser eficaz
“El buen dependiente debe ser muy respetuoso y hablar poco”. Esta cualidad es muy de agradecer.
“Cada dependiente debe estar siempre en su sitio y recibir al visitante con una elegante inclinación de cabeza; debe escuchar atentamente lo que se pide (…) y cuando haya terminado de hablar el comprador, comenzar a servirle con gran diligencia y con el mayor interés, sin mostrar pereza ni fatiga (…) debe procurar siempre que el cliente se marche contento, aunque no compre, porque otra vez volverá y comprará”. No necesito inclinación de cabeza, con que respondan a mi saludo es suficiente y, sobre todo, que no intenten venderme lo que no quiero comprar.
“Jamás debe presenciar el comprador escenas desagradables ni violentas entre los dependientes”.
Cliente maleducado y mano izquierda del comerciante
“El comerciante debe tener en cuenta que hay mucho público ineducado para el cual se necesita mucha correa (mano izquierda). Ante este público nunca debe perderse la serenidad, aun cuando hagan las proposiciones más absurdas (…). En estos casos las contestaciones deben ser breves y dignas”. Que quieren que les diga, esto es de manual de primero de comunicación interpersonal y de segundo de técnicas de negociación.
Relación jefe-empleado
“El dependiente listo debe estudiar bien el carácter de su jefe, procurando adaptarse a sus costumbres (…) es más lógico que el dependiente se adapte al jefe que no suponer lo contrario”.
“El primer deber del dependiente es guardar fidelidad a su principal; debe defenderlo siempre en ausencias como a su padre, defender los negocios como suyos y su honor personal como su propia honra”. Puede parecer un poco pasado de moda, por el tema de la honra, el honor, etc., etc. Hoy en día hablaríamos de reputación, marca personal y cosas por el estilo. No se habla mal del jefe (aunque nos hayamos ido del trabajo porque era un mal jefe); hablar mal de alguien nos deja en mal lugar (esta es aplicable a los jefes también, hablar mal de un empleado dice poco del jefe-líder). Y por supuesto, no se habla mal del jefe ni del negocio si estamos trabajando en la empresa. Si no estamos de acuerdo con lo que hace, los horarios, lo que exige, etc. siempre tenemos la opción de irnos.
“El jefe a su vez debe considerar a los dependientes como a sus hijos, pensando en el porvenir de estos y demostrándoles siempre que sea preciso su consideración”. Esta visión paternalista está hoy fuera de lugar, pero la segunda parte de la frase es de total actualidad. Un buen jefe –un buen líder- piensa en el porvenir del empleado y en la proyección de su carrera, le trata con consideración y amabilidad, le felicita por sus logros y no se aprovecha de ellos (y todas esas cosas que hacen de un jefe un líder y no un amo).
Un cierre para la reflexión
Cierra el capítulo con esta frase: “Todos somos imperfectos. Esto no hay que olvidarlo y será una buena base para que unos y otros extremen su indulgencia y generosidad para vivir bien” la base de la convivencia: tratar a los demás con respeto.
Fuentes:
Fuente del texto: “Urbanidad y Educación del Comerciante Moderno” de Martínez Baselga (1909) Disponible en la Biblioteca Digital Hispánica
Fuente de la imagen: «Vendedora de caza y frutas» (Anónimo S.XVII). Museo Nacional del Prado.
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