En otro tiempo a estas alturas del año se abría la veda para las comidas y cenas familiares, de amigos y de empresa con motivo de la Navidad. En este año extraño que nos toca vivir hay moratoria de banquetes tradicionales, pero que nadie se preocupe, seguro que los virtuales van a dar mucho juego.
No está de más recordar que, incluso virtualmente, los modales en la mesa tienen que respetarse, nada de cenar de cualquier manera, sobre la mesa de estudio al lado del ordenador. La mesa de comedor arreglada y decorada comme il faut, con los servicios de mesa completos, y la mantelería de hilo, que para eso está, tal y como nos recordaba el refranero el viernes pasado.
Para los que estén tentados de lanzar una pata de centollo al “cuñao” despistado no estará de más recordarles que contraten un seguro extra para la pantalla del ordenador o la tablet, que el caparazón de centollo es duro, duro y al estrellarse contra el panel led puede organizar una avería importante.
Bromas aparte vamos a viajar 118 años atrás y repasar los consejos que “El Almanaque del buen tono” (1903) daba a los dueños de la casa en la que se recibía a invitados a comer:
- “No debe convidarse a comer sin hacer algún extraordinario sino a los íntimos amigos, pues aún a estos no les quedará ganas de volver a aceptar el convite si se les trata con demasiada llaneza” Si invitas, te tienes que estirar. Hay que dar lo mejor de la casa a los invitados (aunque siempre sorprenden aquellos que piden comida casera tradicional cuando les hablas del menú).
2. “En cuanto a los grandes banquetes, solo conviene darlos cuando los bienes de fortuna permitan hacerlo con la mayor esplendidez, pues nada hay más mezquino ni más ridículo que esas comidas de etiqueta en que la vanidad emplea todos los medios para ocultar la falta de recursos”. Nada de hacer un quiero y no puedo. Mucha porcelana de Limonges, cristalería de Bohemia, cubertería de plata y manteles de hilo para despachar a los invitados con un consomé de ave y un filetito a la plancha con ensalada (que bien pensado no vendría mal para curarse de los excesos navideños).
3. “La mesa debe ser bastante grande para que en ella quepan holgadamente todos los convidados, a los cuales deberá designársele su sitio verbalmente o por medio de una tarjeta con el nombre de cada cual colocada en el lugar que haya de ocupar”. Eso de que donde caben dos caben tres no debe aplicarse si invitas a un banquete formal. Los invitados deben contar con espacio de maniobra suficiente para comer sin darse codazos con quienes se sientan a ambos lados.
4. “En las comidas donde no hay señoras, los caballeros pueden sentarse indistintamente en donde quieran, después de designadas las personas que han de ocupar los sitios preferentes, los cuales son a la derecha de los señores de la casa” A quien escribió estas palabras le gustaba el sistema cartesiano para sentar a la mesa a sus invitados, por aquello de los puestos de preferencia a la derecha de anfitrión y anfitriona.
5. “Las personas a quienes corresponde los sitios de preferencia son: 1º, los ancianos; 2º, las señoras; 3º, los personajes oficiales; 4º, los grandes literatos o artistas; 5º, los hombres célebres por su talento u otra circunstancia recomendable, y 6º, los extranjeros” Hoy día ya saben que los personajes oficiales, si se les invita y están presentes, pasan por delante de todos.
6. “Los niños menores de diez años no deben asistir a las comidas de convite, no siendo de familia, ni ser colocados en una mesa aparte en el mismo comedor, si no en otra habitación”. En comidas con extraños, los niños en un lugar en el que ni se les vea ni se les oiga (eso si, supervisados por alguien).
7. “El anfitrión es el árbitro en la mesa, debiendo ejercer sus funciones de manera que todos los convidados se encuentren completamente satisfechos y de que no se infrinjan durante la comida las reglas de la buena educación”. Una buena descripción de la obligación fundamental del anfitrión y que se puede resumir con estas palabras: respeto a sus invitados.
8. “Deber suyo es no dejar pasar sin muestras de desaprobación una maledicencia, una broma pesada, una sátira mordaz, o una conversación demasiado libre”. Todos sabemos qué temas no es bueno tratar en la mesa, pero tomamos una copa, nos venimos arriba y ¡menos mal que el anfitrión arbitra a sus invitados! (aunque a veces es él quien dirige la conversación por esos derroteros).
9. “Los dueños de la casa se colocan en los centros de la mesa para poder vigilar y dirigir si es preciso el servicio con mayor comodidad”. Además de sistema cartesiano para ordenar a los invitados, a quien escribió estos consejos le gustaba la presidencia francesa.
10. “Nunca deben elogiar ningún plato, ni tratar de disculparse de que la comida no esté buena, siendo de muy mal gusto el instar demasiado a los convidados a que se sirvan mucho o a que repitan”. El autoelogio y la falsa modestia están fuera de lugar. Ya elogiarán los platos los invitados (aunque no les guste nada de nada, pero es que son muy educados).
11. “Después de cepillado el mantel deben servirse los platos de postre con el cubierto, pero sin colocar este en cruz para evitar las preocupaciones de algunas personas supersticiosas”. Nunca había pensado en los invitados supersticiosos que se pueden sentar a mi mesa, tendré que revisar el Manual de Supersticiones para evitar que a alguien le caigan 100 años de mala suerte si se derrama el contenido de un salero.
Teniendo todo esto en mente, seguro que nuestro banquete –físico o virtual- será un éxito.
Fuente del texto: El Almanaque del Buen Tono (1903) Digitalizado en la Biblioteca Digital Hispánica.
Fuente de la imagen destacada: Discurso que hizo don Quijote de las armas y de las letras (cap. XXXVIII), Manuel García «Hispaleto» (1884) Museo Nacional del Prado
2 comentarios
Genial María!! No sabes cuánto disfruto leyéndote!!!!
¡Gracias, Susana! Besos grandes