Los 8 pilares sobre los que se asienta la urbanidad están en el Anaquel de los libros antiguos, en un libro: el “Código completo de urbanidad y buenas maneras según los usos y costumbres de las naciones más cultas” (1863) de Manuel Díez de Bonilla.
Para este autor la urbanidad consiste en “el arte de acomodar la persona y las acciones, los sentimientos y el discurso, de forma que hagamos contentos a los demás, de nosotros y de sí mismos, o bien adquirimos su estimación y afecto dentro de los límites de lo justo y de lo honesto, o lo que es lo mismo, de la razón social”.
La urbanidad está formada por virtudes y valores y se exterioriza en la vida de relación social, en el trato con los demás. Sus preceptos se dirigen a evitar sensaciones incómodas y a ofrecer a los otros la cortesía con la que queremos ser tratados. La urbanidad es parte de la civilización y contribuye a “pulir” al ser humano que por naturaleza es “grosero, personal y semi-bárbaro” y se asienta sobre los mismos pilares que la razón social, que el autor reúne en estos 8:
- Ejercer nuestros derechos sin perjudicar los de los demás.
- Respetar los derechos de los demás aunque nos perjudique.
- Reconocer el mérito de los otros, aunque sean nuestros rivales.
- No causar perjuicio sin una buena razón.
- Promover el bien, aunque nos cueste un sacrificio.
- Abandonar el resentimiento actual que genere disgustos futuros.
- Pensar en los demás antes que en uno mismo.
- Lograr ventajas sin perjudicar a nadie.
Siempre que primen estos principios de urbanidad sobre “el impulso desordenado de la naturaleza” estaremos ante individuos civilizados formando una sociedad civilizada.
Fuente de la imagen destacada: Jan Brueghel el Viejo Baile campestre ante los Archiduques, Museo Nacional del Prado
Fuente del texto: Código completo de urbanidad y buenas maneras según los usos y costumbres de las naciones más cultas” (1863) Biblioteca Digital Hispánica