La ceremonia de poner una primera piedra que les voy a contar tuvo lugar el 4 de julio de 1884, en el solar del antiguo Palacio de los Marqueses de Alcañices, en la esquina de la calle de Alcalá con el Paseo del Prado y a 8 metros de profundidad desde la superficie de la acera, en el vaciado que se hizo para colocar los cimientos (obra en la que se tardó 13 meses y cuyo coste fue de 300.000 pesetas) de un futuro edificio que hoy sigue en ese lugar. Un acto ceremonial y con un protocolo muy marcado, no en vano tuvo de protagonista al rey de España, Alfonso XII y que podemos seguir al detalle en La Ilustración Española y Americana de 15 de julio de 1884.
¿Qué edificio se situaría en ese emplazamiento? ni más ni menos que el que lo ocupa en la actualidad: el Banco de España.
Colocar la primera piedra: un acto por el que no pasa el tiempo
Entorno a una obra y al futuro edifico que resultará de la misma se gestionan gran cantidad de actos: primera piedra, visita a las obras e inauguración del edificio, son los principales. Hoy hablaremos de la primera piedra y veremos que el acto como tal, salvo algún detalle, no ha sufrido una gran variación en su ejecución desde hace 133 años.
Preparación del lugar de celebración: estamos en una obra, hay que acondicionar el espacio de presidencia e invitados. Además hay que tener preparado el hueco de obra en el que irá la primera piedra y los utensilios de obra necesarios para poder moverla y situarla en su espacio definitivo. Además habrá que contar con una mesa para la firma del acta.
Con carácter previo se elegirán los objetos que irán dentro de la piedra (habitualmente monedas de curso legal y los periódicos del día; hoy día incluimos además objetos simbólicos, relativos a destino final del edificio).
El acto se ejecuta siguiendo estos pasos: recibimiento a los invitados; palabras de bienvenida y explicación del motivo del acto; rituales que incluyen la firma del acta y su lectura, la introducción de objetos dentro de la caja; la bendición (opcional hoy en día) y el sellado tanto de la piedra como del lugar en el que se ha situado; discursos de anfitrión e invitado de honor y despedida.
Veamos a continuación qué pasó aquella tarde de julio de 1884 para comprobar que el tiempo no ha pasado por el ritual de un acto de estas características.
Datos generales del acto de 1884
Hora: 18.30.
Duración: 90 minutos.
Anfitrión: Gobernador Banco de España.
Invitado de honor: S.M. el rey Alfonso XII.
Acondicionamiento del lugar
Estamos en el solar en el que en el futuro se levantará el edificio, es decir, en una obra. En este caso, en el hueco abierto para los cimientos, como decíamos al inicio a ocho metros de profundidad desde el nivel de la calle; no hay paredes, el suelo es de obra y para la comodidad de nuestros invitados hay que disimularlo. Imagínense el despliegue decorativo en este acto en el que el invitado era nada menos que rey de España y la real Familia.
El lugar se acondicionó con símbolos y ornamentación floral «con banderas y gallardetes, guirnaldas de flores y macetas de lozanas plantas«.
Se levantaron tres tribunas «decoradas con (…) tapices y cortinajes de damasco y terciopelo» que se destinaron: «a la real familia, altos dignatarios de la Corte y de Estado, miembros del Consejo de Administración [del Banco] y demás invitados«.
La ubicación de esa primera piedra se eligió con cuidado, podemos verlo en el grabado del señor Comba, no era una localización al azar, sino que se emplazó en «el sillar fundamental de una de las comunas que soportarán la bóveda» del espacio destinado a la caja fuerte.
Recibimiento
SS.MM. los Reyes y las Infantas fueron recibidos a la entrada de la obra por las siguientes personalidades y autoridades:
- Gobernador del Banco de España
- Comisión del Consejo de Administración del Banco.
- Ministro de Hacienda
- Ministro de la Guerra
- Ministro de Ultramar
La primera piedra no es el convidado de piedra
La piedra no es el convidado de piedra de este acto, es la protagonista inanimada del mismo, no pasa desapercibida para ninguno de los invitados, todo gira en torno a ella y sin ella no hay acto posible. Se dispone en un lugar especial, a la vista de todos; suele llevar una placa con una inscripción que recuerde la efeméride y, por su elevado peso, necesita de un mecanismo para desplazarla e introducirla en el hueco que será su destino definitivo. Como podemos ver en el detalle del grabado del Sr. Comba, la primera piedra del futuro Banco de España tenía todas esas características.
Si vamos al detalle hay que decir que la piedra que nos ocupa estaba hueca y en su interior -en el centro- se encajó una caja de plomo que contenía «varios periódicos del día y monedas del presente año (1884)»; en ella se introdujo también, una vez firmada, «el acta inaugural que fue bendecida antes por el Patriarca de Indias (…) asistido por el clero de la parroquia de San José«.
Cronograma del acto
Una vez los invitados hubieron ocupado sus puestos comenzó la ceremonia con la lectura de una Memoria «histórico-descriptiva del edificio» a cargo del Secretario del Consejo de Administración del Banco (como sucede hoy en día, alguien tiene que contar -en líneas generales- a los asistentes qué tipo de edificio se va a construir sobre esa primera piedra).
- Lectura del acta y firma de SS.MM. y las infantas.
- Bendición del acta y del futuro edificio.
- El acta se aloja, junto con los objetos mencionados, en la caja de plomo dentro de la piedra, procediéndose al cierre de la misma.
- Introducción de la piedra en el hueco preparado al efecto y sellado definitivo.
- Discurso del Gobernador del Banco de España (que agradeció al rey la deferencia y vinculó a Alfonso XII con el desarrollo y modernización de la nación).
- Discurso del Rey en el que puso de manifiesto su apoyo «a toda obra de utilidad pública y a todo proyecto beneficioso para el país«.
El acto concluyó a las 20.00 horas.
Primera piedra: apuesta de futuro
Como podemos comprobar el ritual del acto de puesta de la primera piedra es casi idéntico al que realizamos en la actualidad. Un acto ante todo simbólico mediante el cual el pasado quiere estar presente en el futuro; los cimientos de una gran obra que se hace para perdurar y su piedra angular da cuenta de la sociedad de la época en la que se sientan las bases del mismo.
De ese futuro seguiremos hablando ya que la Ilustración cerraba la crónica de la ceremonia de este acto de colocación de la primera piedra con esta frase «(…) personas bien enteradas afirmaban que, con arreglo a los presupuestos y condiciones facultativas, las obras han de costar siete millones de pesetas y quedar terminadas en el plazo de cuatro años«. La próxima semana veremos si se cumplió el pronóstico.
Fuente: Ilustración Española y Americana citada en el texto
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